Dulce
tortura
Polvo
de oro en tus manos fue mi melancolía
sobre
tus manos largas desparramé mi vida;
mis
dulzuras quedaron a tus manos prendidas;
ahora
soy un ánfora de perfumes vacía.
Cuánta
dulce tortura quietamente sufrida
cuando,
picada el alma de tristeza sombría,
sabedora
de engaños, me pasada los días
¡besando
las dos manos que me ajaban la vida!
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