martes, 29 de octubre de 2013

NATALIA MOLINA



  
Tierra colorada



Con mirada de niña recorro la tierra colorada. Un sapucay baila en mi sangre -la patria ancestral-.

Abuela María baila descalza un chamamé en algún rincón de Corrientes. La guaraní sonríe. Su pollera balancea sueños.

Mi madre nació en esta provincia, como mi abuela, mi bisabuela y mi tatarabuela.

Ahora nos emparejamos en edad y bailamos una ronda. El río Uruguay sabe de nosotras.

La tierra colorada nos vuelve a parir. La muerte no existe en este instante.

-Abrazame, abuela. Abrazanos a mami y a mí. Las tres descalzas en la tierra colorada somos invencibles. Nos limpiamos el abandono de las manos y las elevamos al sol.

Bailemos juntas, como si el tiempo fuera a nuestro favor.

Volvamos a tu rancho, abuela. Ese de abobe con tinglado de chapa en donde cocinabas locro, mientras nos hablabas del señor del sol. El tipo alto, desgarbado, con sombrero de ala ancha. Nos amenazabas con que nos iba a llevar si salíamos a la hora de la siesta a los naranjos.

Pero esta vez se va a hacer amigo, y va a recorrer los frutales con nosotras.

Hoy la vida es una fiesta. Nos volvemos a encontrar.

-Mami, no llores. Mirá cómo baila la abuela.

Celebremos.


Somos esta tierra brava, festiva y caliente

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