Suele
suceder
Luego
de algunos años
de
no verlo,
de
nuevo nos encontramos.
No
el deseo, como antes,
sino
la nostalgia
de
aquellos días de deseo
nos
llevó a la cama.
La
alegría de entonces
fue
ternura y el goce
y
la voluptuosidad
sólo
complacencia.
Ambos,
podría jurarlo,
tuvimos
la certeza
de
habernos sobrevivido.
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