Historia
Universal de la Camelia
De
todas, más o menos de todas
por
las entretelas del corazón
anda
Margarita Gauthier.
Algunas
llevan la camelia
en
el hombro, otras bajo las naguas.
Todas
entre bambalinas, con Armandos,
desmayos,
rubores y lágrimas.
Entre
Eva, que fue el principio
–se
desconoce a la madre de Yavé–
y
usted señorita, la historia es larga.
Camelias
blancas, camelias amarillas,
camelias
negras. Pompadoures
de
su príncipe, Catalinas
de
su corazón. Beatas por un pelo,
vírgenes
como Isabel, o como Lucrecia,
camelia
venenosa, víctimas de un Borgia.
María
Luisa, gorda y fea,
más
sensible que una adormidera,
Josefina
entre diademas y Paulina
su
dignísima cuñada. Queda Julia
la
hija del Divino y Biblia arriba
Judith,
camelia santa.
Y
sobre ellas y las que faltan,
la
celeste Celestina, que a todas ama
y
a todas guía, aún con el sabor
en
las encías y vive y reina
por
los siglos de los siglos.
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