miércoles, 29 de enero de 2014

ELSA WIEZELL




Cicatríz ardiente


Cavó el orgullo
un sombrío temblor en la bravura.
Marcó la libertad
la resistencia de la hoguera.
Descubrió un sueño
el sobresalto de la medianoche.
Dobló el hambre
en la esquina ardiente de los campos
Marcó el hombre
la violenta pregunta.
Después
se fué la carne
a su lengua de pantano
y quedó bajo el cielo
un extraño mutismo.
Repetido
el suceso indescifrable
nos tumbó
la piedad y la resistencia.




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