La
morada
En
la ventana el cigarrillo
con el hilo azul de la moratoria.
Opuesto al otero y a la infancia
busco el Tao.
Posiblemente la volátil sensación del alma
en el inmueble de las donaciones.
con el hilo azul de la moratoria.
Opuesto al otero y a la infancia
busco el Tao.
Posiblemente la volátil sensación del alma
en el inmueble de las donaciones.
El
ojo en el cadalso.
Lo
inexplicable salva el mundo.
En
la calle los automóviles
y la sonrisa puntual del reloj
y, como una muchacha desengañada,
la tarde campanea por las paredes.
La siento como un anatema en la memoria.
y la sonrisa puntual del reloj
y, como una muchacha desengañada,
la tarde campanea por las paredes.
La siento como un anatema en la memoria.
(Cierro
la taza la hierba y la esquina
como un precipicio)
como un precipicio)
El
mito resurge y saquea.
En la lluvia se pasea el instante
y no percibo los muertos de mi genealogía.
En la lluvia se pasea el instante
y no percibo los muertos de mi genealogía.
Un
salto, el cigarrillo ha quemado
el borde de la ventana; estornudo
y una mujer junto a la puerta.
el borde de la ventana; estornudo
y una mujer junto a la puerta.
¿Cuál
será mi morada?
De “Suma presencia”
No hay comentarios:
Publicar un comentario