lunes, 14 de abril de 2014

VICTOR BIDÓ

 

La morada

 
En la ventana el cigarrillo
con el hilo azul de la moratoria.
Opuesto al otero y a la infancia
busco el Tao.
Posiblemente la volátil sensación del alma
en el inmueble de las donaciones.

El ojo en el cadalso.

Lo inexplicable salva el mundo.

En la calle los automóviles
y la sonrisa puntual del reloj
y, como una muchacha desengañada,
la tarde campanea por las paredes.
La siento como un anatema en la memoria.

(Cierro la taza la hierba y la esquina
como un precipicio)

El mito resurge y saquea.
En la lluvia se pasea el instante
y no percibo los muertos de mi genealogía.

Un salto, el cigarrillo ha quemado
el borde de la ventana; estornudo
y una mujer junto a la puerta.

¿Cuál será mi morada?

 

 

De “Suma presencia”

 

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