Resignación
¿Qué
tienes, pobre árbol, que al camino te inclinas
como si te agobiara tu corona de espinas?
El
polvo te sofoca y en su carrera loca
tus hojas que eran verdes en amarillas troca.
En
vez de amar las nubes amas al pobre barro
que salpica las ruedas rechinantes del carro.
Y aún
así en tu miseria te inclinas al camino
como queriendo darle tu sombra al peregrino.
Es
humilde tu vida al parecer, más cuando
la brisa pasa leda por tus hojas, cantando,
yo sé
que te estremeces de emoción, y que sabes
entender lo que dicen en tus ramas las aves.
Cuando
el viento iracundo trae amagos de muerte
y sacude tus hojas, te he visto estremecerte
de
rabia. Yo conozco que en tu savia se agita
algo que sufre y calla, que sueña... ¡Oh, infinita
ilusión!
Yo conozco que existe en tu destino
un anhelo muy grande por seguir el camino.
Quieres
ser el origen de tus propias mociones,
no servir de juguete pueril a los ciclones.
Odias
la inercia. Quieres seguir la caravana,
pero si aún es más triste, ¡la caravana humana!
Donde
estás haces bien. Donde estás sueñas, vives.
¡Quién habrá que reciba más de lo que recibes!
Resignación....
Soporta con sonrisa de estoico
el callado tormento de tu vivir heroico.
Sonríe
a todo: al cielo, al ciclón, a las brisas,
¡y verás como todos te devuelven sonrisas!
Pon
un poco de gracia sobre tu negro sino
para brindar tu sombra sedante al peregrino.
Y
sentirás, pobre árbol que al camino te inclinas,
cómo ya no te agobia tu corona de espinas.