jueves, 31 de julio de 2014

RAFAEL MARTÍNEZ ÁLVAREZ



 

La raza hispano-americana

  

En su "ser" nuestra raza es una y trina:
Hija de los pecados capitales,
forjada con aceros de puñales,
en un zarpazo de pasión caína.

Surgió de una sangrienta sarracina
que originaron odios ancestrales,
entre hispanos leones imperiales
y alados cóndores de la cresta Andina.

Le dio su estirpe la nación Ibera,
sus prejuicios, su sangre, su pujanza,
sus tradiciones y su lucha homérica.

Y por eso –ya en guerra, ya en bonanza–
aun se ve caminando por la América
a Don Juan, Don Quijote y Sancho Panza.

 

 

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