La
raza hispano-americana
En su
"ser" nuestra raza es una y trina:
Hija de los pecados capitales,
forjada con aceros de puñales,
en un zarpazo de pasión caína.
Hija de los pecados capitales,
forjada con aceros de puñales,
en un zarpazo de pasión caína.
Surgió
de una sangrienta sarracina
que originaron odios ancestrales,
entre hispanos leones imperiales
y alados cóndores de la cresta Andina.
que originaron odios ancestrales,
entre hispanos leones imperiales
y alados cóndores de la cresta Andina.
Le dio
su estirpe la nación Ibera,
sus prejuicios, su sangre, su pujanza,
sus tradiciones y su lucha homérica.
sus prejuicios, su sangre, su pujanza,
sus tradiciones y su lucha homérica.
Y por
eso –ya en guerra, ya en bonanza–
aun se ve caminando por la América
a Don Juan, Don Quijote y Sancho Panza.
aun se ve caminando por la América
a Don Juan, Don Quijote y Sancho Panza.
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