miércoles, 30 de julio de 2014

VIRGILIO DÁVILA





La tierruca

 
 
Es el móvil océano gran espejo
donde luce como adorno sin igual
el terruño borincano, que es reflejo
del perdido paraíso terrenal.

Son de fáciles pendientes sus colinas,
y en sus valles, de ríquisimo verdor,
van cantando bellas fuentes cristalinas
como flautas que bendicen al Creador.

Primavera sus mejores atributos
muestra siempre generosa Borinquén.
En los campos siempre hay flores, siempre hay frutos:
¡Es Borinquén la mansión de todo bien!

Aquí nace el puro ambiente que respiro,
y se asienta la morada en que nací,
y ese sol resplandeciente que yo admiro,
aquí nace, aquí brilla y muere aquí.

De mis padres fue la cuna, y ella encierra
las más santas afecciones de mis ser.
¡Yo no cambio por ninguna esta tierra
donde tuve el privilegio de nacer!

 

 

 

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