martes, 5 de agosto de 2014

MAURICIO BACARISSE


 

La luna de Zamora

 

Rotunda comba sedosa
de la grupa de la brisa
donde, doncella medrosa,
la racha de hierba luisa,
deja un rapto de perfume.
La rapidez se consume
frente a la opulente hora,
perla de abril mal mojado.
Por el duero enamorado
va la Luna de Zamora.

La nocturna catarata
cae rauda entre prisa y celo.
Las herraduras de plata,
en el galope del cielo
hacen ruta diamantina.
Mira, al huir, la infantina
de aroma y aura cantora,
asida a un aliento osado,
por el Duero enamorado
ir la Luna de Zamora.

En la aceña el remolino
trueca la espuma en vigor;
da el agua a mejor destino
su brío y su resplandor.
Pero los saltos de luna
cambian su luz en fortuna
de música bruñidora
de acicate afilado.
Besa al río enamorado
la madrina de Zamora.

Primavera arrebatada,
de efluvios enloquecidos,
olor de la bien llamada,
no te apresan los sentidos.
La razón del corazón
husmea tu fiel unción,
y allá va, perseguidora
del aire, galán malvado.
Por el Duero enamorado
va la Luna de Zamora

 

 

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