Esa sonrisa
Si de un vuelo la esencia iluminase
esta celda que a tientas desconozco,
si de un frágil destello, de una brisa
juvenil o poema, en breves pétalos,
descendiese tu vida; si a mi vida
una virtud le diera buena suerte,
expresaría el poema, la bondad
de tu sereno gesto al apoyarse
tus alas, tu sonrisa y tu belleza
en el clavel de fiebre de mi alma.
Pues tu sonrisa leve manifiesta
una resuelta forma de animar,
de dar ágiles signos, no al sollozo
en que todo se pierde, sino al beso
de impecable factura, de dominio.
Si la sonrisa es nido, el beso es sueño
de virginal angustia y melodía.
Si un día tus pies besé desesperado,
fue tan solo por darme la delicia
de alzar los ojos y mirar al cielo.
Al cielo de tus ojos y tu frente,
al inquietante cielo donde vuelos
de pensamientos gimen, donde una
y otra vez me dedico a descubrir
la desolada nube de mi amor.
Es mejor hablar claro y no decir
que se siente la angustia por sistema.
Es mejor que te diga: No me olvides,
y si me olvidas dame, de tu boca
la fría miseria del final, la muerte.
Pero nada dirás, lo estoy sabiendo,
cuando en dulces instantes como flores,
vienes de nuevo a mí, y en tu sonrisa
aprendo la lección definitiva:
el alba temblorosa de tu boca.
Si de un vuelo la esencia iluminase
esta celda que a tientas desconozco,
si de un frágil destello, de una brisa
juvenil o poema, en breves pétalos,
descendiese tu vida; si a mi vida
una virtud le diera buena suerte,
expresaría el poema, la bondad
de tu sereno gesto al apoyarse
tus alas, tu sonrisa y tu belleza
en el clavel de fiebre de mi alma.
Pues tu sonrisa leve manifiesta
una resuelta forma de animar,
de dar ágiles signos, no al sollozo
en que todo se pierde, sino al beso
de impecable factura, de dominio.
Si la sonrisa es nido, el beso es sueño
de virginal angustia y melodía.
Si un día tus pies besé desesperado,
fue tan solo por darme la delicia
de alzar los ojos y mirar al cielo.
Al cielo de tus ojos y tu frente,
al inquietante cielo donde vuelos
de pensamientos gimen, donde una
y otra vez me dedico a descubrir
la desolada nube de mi amor.
Es mejor hablar claro y no decir
que se siente la angustia por sistema.
Es mejor que te diga: No me olvides,
y si me olvidas dame, de tu boca
la fría miseria del final, la muerte.
Pero nada dirás, lo estoy sabiendo,
cuando en dulces instantes como flores,
vienes de nuevo a mí, y en tu sonrisa
aprendo la lección definitiva:
el alba temblorosa de tu boca.
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