2. La
soledad, no el ocio como dicen...
La soledad, no el ocio como dicen,
es la madre del vicio.
Yo, para descender el precipicio,
aguardé hasta que nadie me mirara.
Al dejar que mis manos se deslicen
por la pared de roca,
cuido siempre que no haya ojo ni boca
que hable de mí ni pueda ver mi cara.
Lo que entonces no hice
fue sospechar que acaso,
invisible, miraba y sonreía
el Mismo que hoy se dice:
"Ya dado el primer paso,
esta pobre muchacha será mía".
La soledad, no el ocio como dicen,
es la madre del vicio.
Yo, para descender el precipicio,
aguardé hasta que nadie me mirara.
Al dejar que mis manos se deslicen
por la pared de roca,
cuido siempre que no haya ojo ni boca
que hable de mí ni pueda ver mi cara.
Lo que entonces no hice
fue sospechar que acaso,
invisible, miraba y sonreía
el Mismo que hoy se dice:
"Ya dado el primer paso,
esta pobre muchacha será mía".
De "El ciclo satánico"
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