Antinoo
Tu nariz pensativa sostiene la balanza de tus hombros,
tan breve el balanceo quedaron en el fiel diestra y siniestra.
Dentro está el péndulo
dispuesto a señalar con su parada el perfecto equilibrio,
dispuesto a detenerse en el instante
en que comienza lo que no termina.
Tu nariz pensativa, meditativa y contempladora
de ti mismo,
de su último aliento se despide.
¡En él tu juventud, épico aroma!
Tu nariz pensativa sostiene la balanza de tus hombros,
tan breve el balanceo quedaron en el fiel diestra y siniestra.
Dentro está el péndulo
dispuesto a señalar con su parada el perfecto equilibrio,
dispuesto a detenerse en el instante
en que comienza lo que no termina.
Tu nariz pensativa, meditativa y contempladora
de ti mismo,
de su último aliento se despide.
¡En él tu juventud, épico aroma!
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