sábado, 26 de marzo de 2016

ARLETTE LUÉVANO





Hoy llueve. Las palabras salen sin invitación. Vuelan hacia las nubes para empatarse con sus hermanas de agua. Desnudas, se acercan unas a las otras, se apilan, se contagian. Llueven con la música fría del desamparo.

Está de más decir que yo quisiera llegar hasta ti del mismo modo. Sobra decir, pero no hay más que dejarse llevar con transparencia.

Cuando llegan a la tierra estas palabras, se adelgazan hasta ser una pequeña línea. Se vuelven oscuras y arenosas. Se estrellan contra la tierra con la fuerza de una batalla y se dejan morir suavemente, con la resignación impregnada. La música cesa. El silencio es el pretexto para deshilvanar el fárrago que acaba de caer. Los restos son sólo humedad sin soberbia.

La boca queda abandonada, es una cripta enorme formada de pliegues y vapores. Se consuela en su tibieza.




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