viernes, 25 de marzo de 2016

OMAR SANTOS



  
Sin atajo.



Abatido como la soledad del reptil,
como el juglar que solloza
por sus pergaminos,
por la lejanía de unos labios.
Consumido bajo la torre de las negaciones.
Perseguido por las burlas que vienen
más allá de las columnas.
Y tu recuerdo como una gárgola implacable
sacándome las venas,
como una criatura imbatible
apaleándome la cabeza,
dejándome sin espada
sin atajo.



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