Canción
por la muerte de Tom Wieland
I
que
el cielo se detenga, que detengan sus barcas
los
pescadores, que nadie pueda ahora levantarse
que
dejen de brillar las anémonas y se apaguen
los
faros celestes, porque ha muerto Tom Wieland
pero
las barcas no se detienen
ni
las olas arrancan de las rocas los percebes
porque
ha muerto Tom Wieland
nadie
detiene su paso, nadie despierta ni duerme
la causa
de la navaja no es la herida
pero
juntas rasgan las cuerdas que escriben
la
canción por la muerte de Tom Wieland
siguen
los cangrejos su marcha retrograda
como
estrellas rojas cavando en la arena
nadie
se inmuta por la muerte del muchacho del norte
y
nadie se inmutará ante la muerte de todos
los
que ya adelante vienen, con su cuerpo
cifrado
de signos que hablan de su devastación
pero
todo sigue su rumbo…
no
importa si hablamos del destino
II
todo
ocupaba su lugar
todo
en su momento, formó parte
de un
vaivén de nubes
nadie
tocará sus bajos deslaves
de
muchacho pecoso sobre las ladera
habrá
quien llore por sus labios
la
última saliva, pero nadie
nadie
volteará a los tactos
de
sus dedos, ni tomará sus recuerdos
por
bandera de iluminación
las
barcas siguen su pesca
las
mujeres van a trabajar en las cafeterías
pensando
en sus hijos que quedaron en casa
las
negociaciones en Hong Kong proseguirán
a
menos que una ráfaga gélida las detenga
nada
será diferente
quienes
lo amaron dirán:
si
aún viviera Tom Wieland
no
cantará bajo los cielos septentrionales
con
los indios de sienes fractales
no
cantarán los mismos hippies, buscando
el
Nirvana, con hierba y alcohol
a la
Jim Morrison, protestando en Tlatelolco
no
estará cuando niños rubios pecosos
festejen
frente al televisor por la llegada
del
hombre a la luna
no
estará para besar a Jane Marie River
a la
puesta del sol en las playas de México
no
vivirá, en conclusión
las
sombras de las marmotas presagiando
el
hielo sobre las viejas calcetas olvidadas
en el
fogón
no se
quedará, sin embargo, a mirar
la
devastación de su pueblo el once de septiembre
ni
tendrá un departamento de alquiler
para
rentar jóvenes orientales con ansías
de
cocaína en el estupor de las madrugadas
no tendrá ojos vasos circunspectos
no tendrá ojos vasos circunspectos
para
quedarse a la luz de la imaginación
a ver
llegar las señales del Big-bang
en el
telescopio Hubble, ni mirará
el
descubrimiento de las nuevas tecnologías
cibernéticas
pobre
Tom Wieland, débil, asmático
pecoso
sin
embargo su muerte provocará
una
canción para seducir a una muchacha
en el
asiento trasero de un cadillac en
New
Island, y nacerá un niño que tendrá
la
vida que él no vivió
No hay comentarios:
Publicar un comentario