Y
todavía no tenía miedo
Madre,
recógeme
el sonido de la lluvia en el tejado del abuelo
cuéntame
de las noches en que descubrí la sed por los
acantilados
y de
cómo desprendiste el fuego de la luz
para
permitirnos el encuentro con nuestros primeros
demonios.
Recuerda
nuestra estancia eterna en los rincones de la casa
cuando
aún llovían tardes grises en la arena
y la
lluvia mohosa venía con Abril
y
todavía no tenía miedo.
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