domingo, 22 de mayo de 2016

MARIANELA PUEBLA



  
Encadenada



A un espacio infinito que tácitamente muestra sus barreras.
Encadenada a brazos legendarios que aprietan con gélidos comandos.
A un paso aventurero y al rumor de adioses que se quedan
impregnados  a las paredes del alma.


Vivir sintiendo el peso de cadenas que no  dan libertad
y te obligan a seguir el mismo deber día a día,
cargando dolores milenarios escondidos en la impunidad del tiempo.
De madre a hija, de madre a hija,
pecados impuestos por un mundo que te fuerza a inclinar la cabeza,
sin derecho a rebelarte,
pendiendo sobre ti el peso de la condena, la tortura o la muerte,
como si los siglos no hubieran pasado y todo fuera una cruel pesadilla.


Sin embargo, bajo  el telón del progreso
estás ahí, desvalida, viviendo el ayer, la esclavitud del sexo,
encadenada a una privación injusta en el avance de la tecnología,
sufriendo la miseria que reglas masculinas han elaborado para ti.
Sin  futuro,
como alimaña de carga, entregas a tus hijos
que se desparraman por  un mundo desagradecido
y traspasas tus dolores a las hijas que seguirán los caminos del hombre,
imposición que  se destaca en el Medio Oriente, África,
en las comunidades indígenas,
bajo las tiranías.


Encadenada a una existencia primitiva y  aberrante
sin ver la luz, sin horizonte.
Un laberinto deshabitado de rincones para el descanso.
Una cárcel construida para ti
sin tu consentimiento,
ajena y desprovista  de lo más elemental para subsistir
el rigor del suplicio.


Encadenada,
atada,
humillada.
Sin protección, sin voz ni lugar, siempre al paso del amo,
del hombre que te compró,
del que te cambia por un saco de trigo.
Del que se queda con tu inocencia.
Vas por un camino de ciegos, sordos y mudos
masticando tu desdicha,
lapidada públicamente por atreverte a amar.
Sometida a la circuncisión de tu clítoris a temprana edad.


¿Quién eres,
que recibes tantos vejámenes año tras año?
¿Cuándo acabarás por  rebelarte en masa 1, protestar hasta el infinito,
dar vuelta a la moneda 2, tomar las riendas de tu vida?
¿Cuántas más de ti tendrán que morir sacrificadas,
en manos de un carcelero,
verdugo,
asesino?
¿Cuántos días de las madres faltan para que  recibas
el trato afable, el respeto que mereces? ¿Las llaves de tu libertad?



No hay comentarios:

Publicar un comentario