Unas
líneas para Rimbaud
Niño
desobediente, te despojaste de todo, de todos, no amaste a nadie y tampoco
nadie trató de entenderte nunca. Sólo dejaste esa estela de luz que precede a
algunas estrellas y que apenas podemos ver por un momento.
Dónde
fuiste a dar, a una porqueriza a comer con los cerdos o a una plaza vacía a
gritar con los ángeles. Qué bella melodía tocaste aquella noche, nadie ha
podido volver a tocarla jamás después que te rompiste el violín en la
cabeza.
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