Hipsteria
Nos
conocimos
mas
allá de lo creíble
mucho
menos de lo habitual
rodaba
una bicicleta inglesa
abotagada
su frente por un casco imperial
yo le
pregunté demasiadas cosas
creo
que respondió sólo la mitad
y
enseguida amagó
“Yo
soy un hipster”
en un
idioma cuasi bipolar
la
barba le limpiaba el ombligo
el
cuello de la camisa
prendía
su corazón a la yugular
y
solamente con las suelas
de
sus borcegos de Alta Gamma
hubiera
podido yo pagar mi hipoteca
(de verdad).
Defendía
las causas comunes:
“por
la baja del precio de los contrabajos
la
polución en Cracovia
la
democratización del password
del
Frank’s Bar;
yo lo
escuchaba siempre atenta,
no
quería ni por un segundo
su ego-matic perturbar
se
rascaba los sobacos
con
un lápiz automático
“manías
–decía- difíciles de superar”
la
mirada estrangulada en sus
marcos
ultra-80s de una tienda neoyorquina
“una
baratija, regalo de una ex-mina”
(cuyo
recuerdo prefería enterrar).
Me
llevó a su jaula de oro
en la
ciudad de la furia,
esa
con un puente incrustado
“igualito
al de Uruguay”
de a
ratos sonaba Benny Goodman
-yo
bailaba, el se aburría -
Lo sampleaba con Oaekenfold
“como
para variar”
acariciaba
mi mejilla, me dió un beso
puso
enseguida su baba a cotizar,
desinhibida
su lengua vibró
“Yo
soy un hipster.”
Quebré
en silencio,
lo
dejé en su deseo detonar.
“Vos
sos un hamster”-alcancé a gritarle
ya de
espaldas a la puerta -
y la
efervescente espuma comenzó a bajar
junto
con la de la boca
de
esta rabiosa perra
que
nada entiende de revivals,
ni de
alcantarillas de underground.
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