sábado, 14 de enero de 2017

ALEJANDRO DUQUE AMUSCO





Promaquia



Ángel de hielo, obelisco mortal,
Azrael de los lienzos de bruma,
de los ojos voraces en la tiniebla ardiendo,
del tacto glacial sobre la carne,
y del suave licor del silencio, sobre todo del silencio,
con el que nos condenas, día a día,
a la tortura blanca del vacío.
Ángel cruel de mármol, dura muerte sin fin,
proseguirá la lucha, inevitable,
mientras la vida no se rinda e interponga su escudo
ante tu golpe fiero. Cuerpo a cuerpo, en la noche,
en la prolongada noche de nuestro singular combate,
tu soledad hambrienta, aterida de sombra,
grande y hueca como los ojos de los muertos,
va anudando a mi alma
la amoratada sábana postrera.


De: "Del agua, del fuego y otras purificaciones"

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