sábado, 8 de abril de 2017

LUIS BACIGALUPO




La libación y los oficios



Precisamente altivo había ido
a oír misa.

Descansaba mi pueblo según la siesta lo quería.

Lateral y supino,
sin otra recompensa que el cuerpo de la virgen
de regreso del cepo y de la pira.

La libré del mal
cuando en blando mal dormía
como cordero que en pradera pace y se tiende
boca arriba.

En víspera del séptimo día
doblaron las campanas
y ardió el cirio envuelto en ancho resplandor.

De los sepulcros se alzaron los muertos,
bien dispuestos.

Anhelaban beber la sangre de la herida
vertiente de la vida.

Y era fatigosa la imprecisión de esa fatiga
y codiciada
cuando su sangre me anegó.

Harto y uno volví donde moraba sin morada.

Mi pueblo descansaba en paz.


De: “Mixtión”



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