La tormenta
Les princes n'ont point d'yeux pour voir
ces grand's merveilles,
Leurs mains ne servent plus qu'à nous persécuter...
(Agrippa D'Aubigné: "A Dieu".)
Leurs mains ne servent plus qu'à nous persécuter...
(Agrippa D'Aubigné: "A Dieu".)
La tormenta que
chorrea en las hojas
duras de la magnolia, los largos truenos
de marzo y el granizo
(te sorprenden los sonidos de cristal
en tu nido nocturno; de los oros
apagados en las caobas, en los cantos
de encuadernados libros; aún arde
una grana de azúcar en el cascarón
de tus párpados)
el rayo que confita
árboles y muros y los sorprende en esa
eternidad de instante –mármol, maná
y destrucción– que llevas esculpida
dentro de ti como condena y te une
a mí más que el amor, extraña hermana;
y aun el rudo estruendo, los sistros, el bramar
de panderetas sobre la fosa oscura,
el taconeo del fandango, y encima
el ademán violento...
Como cuando
te volviste y, con la mano, libre
la frente de la nube de cabellos,
te despediste –para entrar en la sombra.
duras de la magnolia, los largos truenos
de marzo y el granizo
(te sorprenden los sonidos de cristal
en tu nido nocturno; de los oros
apagados en las caobas, en los cantos
de encuadernados libros; aún arde
una grana de azúcar en el cascarón
de tus párpados)
el rayo que confita
árboles y muros y los sorprende en esa
eternidad de instante –mármol, maná
y destrucción– que llevas esculpida
dentro de ti como condena y te une
a mí más que el amor, extraña hermana;
y aun el rudo estruendo, los sistros, el bramar
de panderetas sobre la fosa oscura,
el taconeo del fandango, y encima
el ademán violento...
Como cuando
te volviste y, con la mano, libre
la frente de la nube de cabellos,
te despediste –para entrar en la sombra.
De:
“La tormenta y lo demás”
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