II
Clemente I
90?-99
Deja
que el amanecer romano entre a la orfandad
de tu celda
El crimen llegará con el olor de los hachones últimos
de la noche y la proximidad de unos pinos lejanos
la muerte de Anacleto te nombra sucesor y tu espíritu
lucha a muerte contra la duda y la certeza
Pero las llaves están sobre tu mesa siervas de tu voluntad
Ahora tu alba puede dormitar entre pechos y corazas o
agitarse en las premoniciones de los hechos
impacientes
Es tu primera noche en esta casa nueva y sus muros
blancos han teñido de blanco el estupor
Tienes la potestad para inventar la docilidad de mi rebaño
para venir hacia mí hablándome de siglos
coagulados
Por mi sueño camina tu fantasma
Abdico al reino y sus caminos fatigados porque a un lado
de tu celda Evaristo engrasa ya la maquinaria
silenciosa
de tu celda
El crimen llegará con el olor de los hachones últimos
de la noche y la proximidad de unos pinos lejanos
la muerte de Anacleto te nombra sucesor y tu espíritu
lucha a muerte contra la duda y la certeza
Pero las llaves están sobre tu mesa siervas de tu voluntad
Ahora tu alba puede dormitar entre pechos y corazas o
agitarse en las premoniciones de los hechos
impacientes
Es tu primera noche en esta casa nueva y sus muros
blancos han teñido de blanco el estupor
Tienes la potestad para inventar la docilidad de mi rebaño
para venir hacia mí hablándome de siglos
coagulados
Por mi sueño camina tu fantasma
Abdico al reino y sus caminos fatigados porque a un lado
de tu celda Evaristo engrasa ya la maquinaria
silenciosa
23 de febrero de 1973
De: “La hora y el sitio”
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