sábado, 8 de julio de 2017

GUILLERMO FERNÁNDEZ




IX



Un buen momento de esa tarde en el bosque
También los mantos de llovizna en los hombros
y el tú y yo creciendo contra la luz
Aquella taza de café hablando por nosotros
Tuve en mis manos la madeja enredada de tu vida
cuyo hilo debió bordar los contornos de la felicidad
Conjuntamos destinos cuerpos y palabras por sólo
cien pesitos
No está mal

Domestica a tus fieras
ciérrales la jaula de la noche para que no huellen tu sueño
Que la jauría de tus miedos se adormezca bajo las piedras
y el alma salga al jardín a respirar otros aires
Deberías alentar esa lámpara que el tiempo preserva
solamente para ti
esperar calmo esa ola que se está formando en el altamar
y espera que a su encuentro la acaricies
Hay muchas casas cuerpos almas aún por habitar
caminos que te aguardan desde el principio del tiempo
para llevarte hacia ti
hacia el desnudo corazón del fuego
Voy a tocar tu mano sobre esa mesa donde se juega la
suerte de los mercaderes
a preguntarte por mí
por la hora y el sitio donde yo pueda encontrarme
Quiero saber si la opinión que me informa coincide con
la mía
si verdaderamente llego a casa cuando yo llego a casa y voy
diciendo mi nombre en todos los cuartos vacíos
Quiero saber si aún hay tiempo de que yo camine a mi
lado por un camino angosto y sencillo
Aplacadas ya las fieras por supuesto

***

Quiero decirlo aquí
porque me dejas solo cuando me acosan los cuernos
de caza
porque tienes aduanas para cada uno de mis pasos
porque mellas el filo a mis cuchillos
y vuelcas en el jardín el petróleo de mi lámpara
Porque me humillo ante mi dios de ateo
y rezo por ti en la soledad de mi merienda
porque hay un templo en un rincón de mi cuarto
desde donde te llamo y clamo por la resurrección
porque te encuentro bajo todas las piedras del desvelo
y tu parte de sábana es la parte oscura de la luna
Porque no falta quien escupa mi mano de huérfano
porque al fin de cuentas nada de esto te importa
y me falta el aire para gritarme "¡Basta ya!"
quise decirlo aquí

***

Otra vez con los ojos abiertos
otra vez las quejas del suelo por donde camino
otra vez la mierda sobre los planos de reconstrucción
Mis amigos tienen nombres de hospital
y sus almas huelen a pasillos solos y limpios
Pero siempre se debe regresar a casa
y hacer un poco de ruido en los cuartos vacíos
(Había para nosotros un lugar en Nueva Zelandia
una ventana en todos los trenes del mundo)
Para que no entre voy a gritarle a la muerte
a poner vidrios rotos en lo alto del muro
Y velaré mis armas
Mientras vuelves


31 de mayo de 1973 

De: La hora y el sitio


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