Silbidos
Y nadie
silba por la calle.
Hemos
por fin anulado el molesto
sonido
del otro,
convidado
de piedra en la caminata diaria.
Es el siglo
de los ojos.
Nadie
silba y la calle es pura visión,
imagen
que presume movimiento
y se me
hace sueño videoclip. Nadie silba
en la
película absurda donde siempre
es
lunes o jueves o a quién le importa si
los
días son iguales
como
iguales los temas sucesivos
del
auricular al cerebro, del ojo
al
zapato, al asfalto, a los coches,
la
gente y el semáforo. Sube
en el
rebote de los pasos, hasta los labios sube.
Un
huracán. La silbo hasta el trabajo,
desentono,
la canto, me equivoco, silbo otro poco,
le
invento una letra
más o
menos, a veces hasta sonrío.
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