viernes, 10 de noviembre de 2017

ÁNGEL CARLOS SÁNCHEZ





DESDE EL PRIMER GOLPE HASTA EL ÚLTIMO ALARIDO,
desde la forma frágil de un ojo ensangrentado,
desde la piel rasgada por la primera flecha
hasta la gota negra a punto de secarse
en la última caverna donde habita la tribu,
en la primera emboscada, en el encuentro
de dos voces calientes a punto de su filo.
En el trigal primero donde ardió la codicia,
en el campo quemado que defendió algún clan,
en la calma angustiosa que precedió a la furia,
en la piedra lanzada por el primer atacante,
en la herida final del defensor postrero,
en Caldea y Fenicia, Egipto y Babilonia,
la luz tocó la sombra e hizo
una fisura roja en las miradas, puso
en el temor del hombre la memoria de un día
cuando hubo entre sus manos otras manos sin odio
y pensó defenderlas más que todo lo hecho
contra la sombra fija de un fotón en la noche,
contra el frío de las armas enemigas o propias
y contra la caída de ese día en lo oscuro.


De: “Luz ultraviolenta”


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