sábado, 16 de junio de 2018

JAVIER ACOSTA





Navegación lunar



Piensas que ahora mismo
lo pasarías mejor en una isla
del frío norte de México
oyendo tristes baladas de marinos
sobre pesqueros a vapor
sin detalles sobre la simetría de tus lunares
o el color de las flores el día de Todos los Santos
sólo pesqueros y totoabas
de tránsito por archipiélagos de parafina

Piensas que aún no es tarde
pero el tiempo nos pierde la paciencia
hurgando en nuestras calvas
en la cifra infantil de tus dientes perdidos
hurgando en nuestras cartas de navegación
buscando esa palabra que no pudimos inventar
—que no inventaremos—
Y debes ser lo suficientemente dura
para guardar silencio

Si fueras una diosa
te ofrecería muchachos embriagados
Si fallecieras bajo el agua
contrataría un cuarteto de alientos
Si llevaras reloj te citaría bajo la lluvia
Si tuvieras futuro te mandaría una carta astral
por entrega inmediata. Mandaría reventar
la antigua flota
de zepelines de la Goodyear

Pero el olvido se ha posado en las constelaciones
precipitado a tus viejas heridas
evaporado por el silbido de los puertos
por el silbido de los árboles
por el silbido del Zodíaco
por el silbido de las piscinas
por el silbido de la  materia inerte

Evaporado al roce de un insulto

Hipocondríaco
intimidado
por la precaria rotación del mundo
La noche es un dedal para mi madre
un océano portátil donde sólo el verano
se acostumbra a nosotros
La noche es un mantel para bordar mi nombre de casado
el nombre de mi viuda
el nombre de mis hijas —si tuviera hijas—
para bordar mi breve alias de muchacho ahogado

Pero es agosto y han salido mis diosas en secreto
a una playa
al litoral asimétrico de tus omóplatos

Tu cuerpo es un lugar del tiempo donde vagan lunares
donde bordan mis diosas improperios
a tu isla natal
al semen frío de tus peces
a tus omóplatos de nadadora acompañada
por vaquitas marinas: esos cetáceos
del frío norte de México.



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