domingo, 8 de julio de 2018

ADRIANA TAFOYA





Barro tibio



XII

Cuánta belleza carga Susana
es difícil decidir de sus reflejos el más bello

Un hueco, la cavidad de la voz
                el arco del pie
la luna del dedo

Su piel es espuma de nata
su vello, una sombra al carboncillo

                                           Regreso para besarla

Camina con la canasta seca de las frutas
que sostiene el teclado de sus dedos
                             y un teñido vestido
con la fresca tinta de las frambuesas
vaporoso la envuelve

Bella es Susana
le lagrimean los cabellos

Pero se traga el viento las hojas
y caen muy delgadas las aguas

El fruto es la unidad de lo finito
y los pájaros de tan maduros revientan

Se guarda Susana
y tiene miedo

presiente rostros oscuros y añejados
                  como aceitunas negras
       se abriga de soledad
en el recipiente de su casa
escucha resuellos, murmuraciones

el sonido es el golpe de la violencia de las cosas

Grita, insulta
pero la palabra sólo rasguña

Siente que un mar sucio, espeso
                    la rodea, la aprieta

lame las lunas de sus uñas

             le pasa el dedo por la planta del pie

la manosea
con numerosas manos la unta
con la tintura de un sexo
que se vuelve una bestia
de ojos cuajados

Un racimo de testículos
la aporrea, le rellena la boca

Ella, se calla   (enmudece)

(No hay nada más frío que las claras yemas de una novia)

Susana es un arroyuelo de cabello

                             Los ancianos le miran
y son verrugas hinchadas de malicia


Para besarla ya no regreso     

Susana se deshace
y desaparece


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