viernes, 24 de agosto de 2018

ROSA ESPINOZA





Hemíptera estampa de la ninfa vocinglera



Uno piensa desierto
y se invoca al silencio
paraje sin ruido, hueco de aves
oleaje de cerros trashumantes
sordo panorama del calor.
Pero en el estío
la canícula se llena de zumbidos
y arrolla en la tacaña fronda
una estridencia filosa,
un ronroneo imprudente.
No habrá regreso en el sopor:
comenzará una fiesta rotunda ruidosa
y rimbombante. Es la sordina de chicharras.
Sin parar, un chillido, chismoso, chirriante
gruñido de zetas apretadas,
estribillo necio, cacofónico y ensordecedor.
Y ahí estarán
estridulando neciamente
hasta que el sol caiga
junto a la rama marchita
que amarilla arrastrará
la vida fugaz de una ninfa vocinglera.


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