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Me miro
pienso
en las largas
noches
del insomnio
los
túneles de la pesadilla
el
dolor taladrando
el
cuerpo
el alma
los
sentidos
todo.
Soy la
res
abierta
en canal
que
empezó a pintar en claroscuro
el
viejo Rembrandt
y acabó
de hacerlo
siglos
después
Soutine.
Y con
esa imagen
desgarrada
duermo
despierto
alucino
soy.
Heme
aquí
ante el
dolor
que
azota
crucifica
corona
de mínimas
espinas
de sudor.
Cristo,
perdón
por los
paralelismos,
perdón
pero
esta cama
es
semejante
a una
cruz
y
estoy,
Señor,
aquí
crucificado.
De: “Cuaderno del convaleciente, en Río de la
memoria”
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