domingo, 7 de abril de 2019

LUCILA NOGUEIRA





Calle de Lima

A la memoria de mi abuela Lucilla



I

Estos días de lluvia traen siempre
Las tardes de lectura en el altillo
Recuerdan viajes en la mecedora
Comiendo un merengue iluminado

Las Habas Mágicas, Gato con Botas,
Piel de Asno, la Cenincienta,
La Bella Durmiente, la Mora Desleal
Y yo era Alicia atravesando espejos

Los ojos muy verdes en el silencio
La abuela duerme, la mucama muda
La escalera el corredor la travesía
Por los mares de la infancia absoluta

Union, Cabugá, Cervasio Pires,
Ruido de las galochas en el agua
La  capa, el paraguas y mas triste
En la escuela el recreo emparedado

Estos días de lluvia traen siempre
La tortuga nadando en inundado
Patio de una niña dividida
Pasando Botafogo y San Amaro

La calle Caimurano, el organillo
Parado en Voluntarios de la Patria
Y yo iba a visitar en Real Grandeza
A mi abuela portuguesa y sus canarios

En el tranvía anuncios coloridos
Phymatosan, Juvenia, Gato Preto
Todo era aroma de lanza-perfume
Y lo oscuro del túnel mi secreto

El caño en la azotea, el chorro de agua
Su perenne canción, la Serpentina
Gigante que arroja cuando llueve
Un sol en mi escenario de chiquilla.



II

Visiones obstinadas me seguían
Desde la puerta del altillo al sueño
Las ropas colgadas en la pared
Me miraban como espíritus en la sombra

Y la humedad corría de las paredes
A los colores helados del piso
Solo no era sombrío e indiferente
El carrusel de vidrio sobre el acuario

Yo tenía un delantal azul y blanco
Y colgaba del brazo la merienda
Dos lazos de organdí entre los cabellos
Y estrellas escondidas en mi cuarto

Un cristal donde veía el arco-iris
Vara de juntar manga-rosa y espada
El imán que atraía los alfileres
Los discos portugueses de saudade

Rosales y bambús en el cantero
Mi abuela como yo tan delicada
Y el día en que alguien dijo en el desván
Que iba a arrojarme al Capibaribe

Letreros luminosos sobre el río
Yo sentada en el ómnibus “Cidade”
Y al volver de la escuela al mediodía
Obreros apostando en la calzada

Numero ciento dos, calle de Lima:
Casa tan pequeñita y tan gigante
En donde fue creciendo aquella niña
Hada de Peter Pan tocando el sueño.



III

Nadie sabía que yo era poeta
Ni aun la noche con su mar de penas
Nadie en lo cotidiano sospechaba
La sensibilidad alucinada

Mundo que yo miraba y no me veía
Humanidad: foto congelada
Que asustaba el pasaje a la alegría
En esa niña abstracta y solitaria

Versos adolescentes, yo los amo
Colegio San José, calle de Lima
Parque Trece de Mayo, ya no juega
La pobre niña rica en la calzada

La vida atravesé como atontada
Mirando atrás, llevándome caídas,
Hada feérica en fulgor de fiebre
Amarrada al nocturno de las farsas

Festín feroz, me hirió la fiera fría
Y el cuerpo que era etéreo se hizo carne
Carne desmesurada, carne viva
Perpleja e indefensa carne alada

Carne desesperada, estremecida
Rebelde de pasión y fragmentada
Carne diosa del sueño y de la magia
La razón se confiesa tu esclava

Polvo de Pirlimpimpím, Tierra del Nunca
Estos días de lluvia me recuerdan
Yo que soy luz volcánica entristezco
Mar de melancolía en plena pena.



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