Calle de Lima
A la memoria de mi
abuela Lucilla
I
Estos
días de lluvia traen siempre
Las
tardes de lectura en el altillo
Recuerdan
viajes en la mecedora
Comiendo
un merengue iluminado
Las
Habas Mágicas, Gato con Botas,
Piel de
Asno, la Cenincienta,
La
Bella Durmiente, la Mora Desleal
Y yo
era Alicia atravesando espejos
Los
ojos muy verdes en el silencio
La
abuela duerme, la mucama muda
La
escalera el corredor la travesía
Por los
mares de la infancia absoluta
Union,
Cabugá, Cervasio Pires,
Ruido
de las galochas en el agua
La
capa, el paraguas y mas triste
En la
escuela el recreo emparedado
Estos
días de lluvia traen siempre
La
tortuga nadando en inundado
Patio
de una niña dividida
Pasando
Botafogo y San Amaro
La
calle Caimurano, el organillo
Parado
en Voluntarios de la Patria
Y yo
iba a visitar en Real Grandeza
A mi abuela
portuguesa y sus canarios
En el
tranvía anuncios coloridos
Phymatosan,
Juvenia, Gato Preto
Todo
era aroma de lanza-perfume
Y lo
oscuro del túnel mi secreto
El caño
en la azotea, el chorro de agua
Su
perenne canción, la Serpentina
Gigante
que arroja cuando llueve
Un sol
en mi escenario de chiquilla.
II
Visiones
obstinadas me seguían
Desde
la puerta del altillo al sueño
Las
ropas colgadas en la pared
Me
miraban como espíritus en la sombra
Y la
humedad corría de las paredes
A los
colores helados del piso
Solo no
era sombrío e indiferente
El
carrusel de vidrio sobre el acuario
Yo
tenía un delantal azul y blanco
Y
colgaba del brazo la merienda
Dos
lazos de organdí entre los cabellos
Y
estrellas escondidas en mi cuarto
Un
cristal donde veía el arco-iris
Vara de
juntar manga-rosa y espada
El imán
que atraía los alfileres
Los
discos portugueses de saudade
Rosales
y bambús en el cantero
Mi
abuela como yo tan delicada
Y el
día en que alguien dijo en el desván
Que iba
a arrojarme al Capibaribe
Letreros
luminosos sobre el río
Yo
sentada en el ómnibus “Cidade”
Y al
volver de la escuela al mediodía
Obreros
apostando en la calzada
Numero
ciento dos, calle de Lima:
Casa
tan pequeñita y tan gigante
En
donde fue creciendo aquella niña
Hada de
Peter Pan tocando el sueño.
III
Nadie
sabía que yo era poeta
Ni aun
la noche con su mar de penas
Nadie
en lo cotidiano sospechaba
La
sensibilidad alucinada
Mundo
que yo miraba y no me veía
Humanidad:
foto congelada
Que
asustaba el pasaje a la alegría
En esa
niña abstracta y solitaria
Versos
adolescentes, yo los amo
Colegio
San José, calle de Lima
Parque
Trece de Mayo, ya no juega
La
pobre niña rica en la calzada
La vida
atravesé como atontada
Mirando
atrás, llevándome caídas,
Hada
feérica en fulgor de fiebre
Amarrada
al nocturno de las farsas
Festín
feroz, me hirió la fiera fría
Y el
cuerpo que era etéreo se hizo carne
Carne
desmesurada, carne viva
Perpleja
e indefensa carne alada
Carne
desesperada, estremecida
Rebelde
de pasión y fragmentada
Carne
diosa del sueño y de la magia
La
razón se confiesa tu esclava
Polvo
de Pirlimpimpím, Tierra del Nunca
Estos
días de lluvia me recuerdan
Yo que
soy luz volcánica entristezco
Mar de
melancolía en plena pena.
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