Peces
Al
fin las niñas saben
que
las ninfas esconden sátiros entre sus piernas.
Los
peces no surcan dos veces la misma sinalefa
ni
las ninfas se empalman beso a beso con el mismo perro obeso.
Hay
veces en que la muerte decora las uñas de los desahuciados
para
que arañen con coquetería cuando ella los degluta.
Al
fin las niñas saben
que
la muerte y los peces ocultan testimonios
de
mares nunca surcados por segunda vez y que hay que ser precavidos
con
la presa prometida al sujetarle el tobillo.
Ellas
saben que las ninfas cuentan horas en los muslos al levantarse el salitre de
sus vestidos
suscitan
en sus senos cataplasmas prematuros
saben
de la muerte a uña y a saliva
saben
que son propensas a la inmolación de sostenes medias encajes y condones
vaginales
saben
ciertamente que no es muerte si no es bueno el arañazo
desprender
la piel y desollar el alma
untar
a mansalva los riegos del barniz el manicure y la saliva.
Las
niñas saben
que
las ninfas son hijas de la muerte:
que
decoran las uñas de los desahuciados y escogen entre mendigos y modelos
los
más propensos al germen de sus labios
el
cual bulle por la incurable levedad de pantomimas rítmicas
y
tráficos congestionados por la carretera angosta-memoriosa de sus cuerpos.
Al
fin las niñas saben
qué
ocultan las ninfas debajo de sus faldas
se
levantan el meñique y tocan fondo
gritan
aplauden se desmayan resucitan
enloquecen
piden más…
arañan
y mueren abruptamente en el metro del orgasmo.
Ahora
saben que es mejor entrarle de una u otra forma
que
aburrirse mansamente por casamiento o noviazgo sin nada de malicia.
Las
niñas y las ninfas saben por la muerte
que
es mejor coger con un poeta sin dar permisos ni arrepentimientos.
No
apretarse los calzones, correrse el rímel y correrse de rímel en sábanas
circunferentes.
Es
mejor hacerse manicura antes de hacerlo en un hotel con la luz encendida.
La
muerte y los peces son muy buenos contratistas.
Las
niñas bien saben bien hacerse ninfas:
Los
peces no cruzan dos veces la misma sinalefa
hay
veces en que la muerte decora las uñas de los desahuciados
y
las ninfas cuentan horas en los muslos al levantarse sus vestidos.
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