Camionera-Centro-Talpita
A veces
la vida es chusca, cosa en donde realmente come
y ronca el amor.
Cosa
que da pie ligero a las pulsaciones,
cosa cosa, motor.
Y es
por eso que dedico este poema a todas las ventanillas
de los camiones
porque
ellas nos enseñan a distinguir la vida de la teatral
muerte.
Procure
siempre la ventanilla de los camiones
y mire
cómo la calle le dice que está equivocado,
que su
objetivo en la vida da risa, que le sobran recovecos.
Vea
cómo se va sintiendo entumido,
cómo le
va faltando gas, cómo le va sobrando incubadora
al sentimiento.
Resístase
a ver su reloj,
piense
que se está haciendo tarde,
piense
que ha paladeado a la muerte,
piense
que la vida se le puede acabar, como ha vivido,
tontamente.
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