(Ya no vienes a iluminarme)
El
preferido de mi corazón pronunció mi nombre
una
tarde sin quebraduras.
Dijo
“nunca cambiaría la casa de mi padre por ti”.
Y
yo soñaba que era el más grande
porque
no lo vencía una muchacha.
Pero
el asalto del mal astilló cada uno de los sueños
desató
techos con soplidos de animal sacrificado.
El
viento arrecia. Corren niños despavoridos.
El
mundo fue tan grande como para perdernos.
De: “En lugar de morir”
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