lunes, 17 de junio de 2019

MARISA MARTÍNEZ PÉRSICO





Autoerotismo de los moluscos



Nuestro amor
no es amor de visitante
sino de un inquilino
intimado por orden judicial
a despedirse
de una casa
que ha sentido suya.

No hay peligro.
No te irás de mi piel
por desalojo.

También las caracolas
van tocando a solas su sonata profunda
en recuerdo del mar.


Exhortación a Shahriar, en otro tiempo

Voy a contarle historias a la luna
como la hija del visir
para aplazar la muerte que juraste.
No habrá arrepentimientos ni refugio:
cada noche
sabremos que la vida
es un cartucho de pólvora
o de tiempo.

Porque fuimos
arrojados a la luz sin consentirlo
y nos marchamos al alba sin piedad
bebe de mí,
de mis palabras rotas
en su esfuerzo por ver amanecer.

Concédeme la tregua que te pido.

Te hablaré de sultanes y faquires.
De la gruta del sol en Macedonia.
De la pampa esculpida en el galope
de un potrillo
que nunca acaricié.

Voy a agotar la tierra conocida.

Te ofrezco el amor y la palabra:
seré tu Sherezade,
pero no te suicides.


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