Eclipse
Te
crece la cara,
cuando
te aproximas a su cuerpo
te
crece la cara.
Arrodillado
entre
las blandas
esferas
de sus pechos;
bebido
y zafio
en
el puño de su pubis,
te
crece la cara.
Se
te ensancha en una extensión
sobre
su espalda abierta
y
sus pequeños hombros,
sube
entre sus rodillas
o
sigue el miedo de sus pies.
Primero,
medio día,
después,
toda su carne,
hasta
que tu rostro
es
un sol aproximado y lleno,
una
piedra de sangre
en
la atmósfera
iluminada
de sus piernas.
Te
crece la cara
cuando
te doblas
en
la raya incendiada de su cuerpo.
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