San Buenaventura
Detenido el reloj,
el cansancio de la iglesia
golpea
la campana del cerebro.
Como llanto de estrella
hacia el rojo,
las calles se esconden.
La luna somnolienta
languidece
en las perspectivas de las esquinas.
Las casas tiemblan
con ventanas
de ojos cerrados.
Las adolescentes,
con la luz dormida en su pecho,
lloran con olor a flores blancas.
Detenido el reloj,
el cansancio de la iglesia
golpea
la campana del cerebro.
Como llanto de estrella
hacia el rojo,
las calles se esconden.
La luna somnolienta
languidece
en las perspectivas de las esquinas.
Las casas tiemblan
con ventanas
de ojos cerrados.
Las adolescentes,
con la luz dormida en su pecho,
lloran con olor a flores blancas.
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