La enredadera
Recostado
en la hierba del jardín,
me
llamó la atención la enredadera.
Levanté
con las manos la cabeza
para
mirar su impulso de raíz.
Y
supe que en su fuga se concentran
los
ritmos de las sombras y un fluir
de
insectos en las hojas. Comprendí
por
ella la salud de la sorpresa.
Incorporé
la espalda ante el prodigio
de
la verde cortina vegetal.
Me
sacudió su exuberancia en orden.
Y
entendí su silencio primitivo,
su
terca lentitud de oscuridad,
sus
notas graves y su fuga enorme.
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