Noche
Ahora
queremos ser
poeta de orden ínfimo
creador de minucias.
Preferimos el descuido.
Descienden viejos cojos
y musulmanes los escalones
de las dos orillas
del Tíber; es el corazón
de una oscura noche lluviosa.
Los miro entre uno y otro
guagüis. Ellos miran
masturbándose de celos,
juntos, necesarios en el ritual
orgiástico. Dulcísimas manos mías
custodien y alegren su
búsqueda sacra. Si es necesario
desgramatizaremos también
a los elementos. Absolutamente lo
falso dicho a las tres de la mañana.
poeta de orden ínfimo
creador de minucias.
Preferimos el descuido.
Descienden viejos cojos
y musulmanes los escalones
de las dos orillas
del Tíber; es el corazón
de una oscura noche lluviosa.
Los miro entre uno y otro
guagüis. Ellos miran
masturbándose de celos,
juntos, necesarios en el ritual
orgiástico. Dulcísimas manos mías
custodien y alegren su
búsqueda sacra. Si es necesario
desgramatizaremos también
a los elementos. Absolutamente lo
falso dicho a las tres de la mañana.
De: “Sonetos de amor para King
Kong”
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