domingo, 3 de noviembre de 2019

JUAN GUSTAVO COBO BORDA






Deberes del poeta



Comprobar el nacimiento del asombro.
Medir el ascenso de la sangre
a través de una piel
que se entibia con sólo mirarla.
No tenerle miedo a la palabra ternura.
Éstos podrían ser algunos.

Otros:
Ver a kilómetros de distancia
una pequeña mujer
enseñándole a su hijo
poemas de Rubén Darío.

Tararear,
con la más profunda convicción,
melodías sin sentido.
Asomarse al abismo
y advertir cómo esos ojos
se repliegan luego en la dicha.

Constatar
los vertiginosos cambios en los sentimientos,
la premurosa carrera de todo hacia el olvido,
el inhóspito desierto de los días carentes de fibra.

O si no, enronquecer de júbilo.
Bendecir al mundo.
Jugar para que el hombre no se pudra.

Podría también callar
de modo definitivo y profundo.


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