Leyendo a Hamlet
A
la derecha del cementerio hay un sembradío estéril;
detrás,
un río de azul centelleante.
Tú
dijiste: —Está bien, vete a un convento
o
cásate con un necio...
Era
la clase de cosas que siempre dicen los príncipes,
pero
son palabras que nunca se olvidan.
Deslícense
cien siglos en una querella
como
un manto de armiño bajo sus hombros.
(Kiev, 1909)
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