lunes, 3 de febrero de 2020

TAHAR BEN JELUN





Cicatrices del sol



Que me perdone mi pueblo

Tú que no sabes leer
toma mis poemas
toma mis libros
haz con ellos una hoguera para calentar tus soledades
que cada palabra alimente tu brasa
que cada soplo dure en el cielo que se abre

Tú que no sabes escribir
que tu cuerpo y tu sangre me cuenten la historia del país
habla.

Es acaso ilusión del arco iris
pertenecerte
pertenecer a ese cuerpo que mutilan

Leeré los libros al revés
para leer mejor un campo florido en tu rostro

Hablaré la lengua de los bosques y de la tierra
para entrar en la multitud que se levanta

Desembarcaré en las heridas de tu memoria
y habitaré tu cuerpo que se calla
Juntos diremos la primavera a los niños de los
terrenos baldíos
Diremos el sol moribundo al astro que se vacía
Pediremos cambiar la vida a la montaña anónima
la montaña que avanza

Mientras clasifican los asuntos cotidianos
bailan sobre la espalda uniforme de hombres y mujeres
ríen y comen el hígado de las madres enlutadas
Devolveremos la bestia desfigurada a los archivos de los
ministerios

La historia ya no tiene intenciones de moverse
se aferra a las fibras de la muerte
y preside la sesión de apertura en el matadero de la ciudad

Nuestra historia es un territorio de heridas que cierra
una primavera de euforia

Acuérdate
íbamos a sembrar la esperanza por los campos
revolvíamos la ciudad igual que la tierra preñada

descubríamos árboles silvestres dispuestos a atravesar el
cielo
y miles de hombres voluntarios para llevar a este
país a la cumbre del sol
creíamos en la aurora de diamante
el alba despuntaba al llamado de los niños
la calle danzaba en nuestros brazos
olvidábamos que la luz podía engendrar un
alma extraña
nos embriagábamos con el fuego para estrechar mejor
el candil del sol

Y luego la ciudad y el cielo se desintegraron
el sueño roto dejaba correr su pena por las callejuelas
[desiertas

El pueblo ha atado la esperanza a la espera
alarga los viernes
bebe el tinto
fuma kif
come lombrices
y se apodera del sol

los demás
manos y sexos corrompidos
se juegan nuestra memoria en el póker

nuestra memoria se marchita
nuestra memoria dormita

Pueblo
la cabeza me pesa
es carroña
hiede el verbo
cae

la entrego a la víbora maldita

nuestra locura
nuestra rabia
entrelazadas a la víbora maldita.


De: “Cicatrices del sol”

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