Flores de moho
Las dibujé en el enlucido con la uña,
sobre la pared de un nicho vacío,
en lo oscuro, a tientas, lejos del mundo,
con mis débiles fuerzas, sin recibir ayuda
ni del toro, ni del león, ni del águila,
que siempre han estado muy cerca
de Lucas, de Marcos y de Juan.
Son versos sin fecha,
versos sepulcrales
con sed de agua
y hambre de cenizas
estos versos de ahora.
Cuando se rompió mi uña angélica
quise dejarla crecer,
pero no creció más,
o yo no me di cuenta.
Era noche cerrada. La lluvia golpeaba lejos, fuera.
Me dolía la mano como si fuese una garra
que no pudiera cerrarse nunca.
Y me esforcé por escribir con las uñas de la mano
izquierda.
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