Autonomía
Prisionera
en su luz,
la adolescencia
teje y desteje sueños,
quiebra cerrojos,
arrebata
a bocanadas anchas
la realidad.
Nada la priva aún
de prolongarse
en árboles, en ríos,
de ascender rauda y mágica
por la amplitud
sin límites
del tiempo.
Pero en silencio,
sigilosamente,
llega la madurez:
se sabe ya, se teme,
se vacila.
Y la perfecta plenitud
—la audacia—
se desmorona en múltiples,
opacas decisiones
que en apariencia son
la autonomía.
De: “Las apariencias”
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