martes, 14 de septiembre de 2021

JAIME HUENÚN

 

  


Puerto Trakl

(fragmento)

 

 

“Y si vienes a morir a Puerto Trakl,

no bebas de mi vino”, dijo el tabernero.

Este bar no es la morgue de los ángeles

ni el cementerio de los fantasiosos.

Muchos hombres han cruzado el océano

por un jarro de cerveza, por una copa

de ginebra caliente.

Nadie aquí tiene patria ahora y navegar

cansa más que la nostalgia y el amor.

Escucha, solo escucha el estruendo del oleaje,

mientras el mirlo clama

entre las ramas y el viento.

 

Como una manera triste de predecir

miro el paso de las nubes sobre el puerto.

Sé que mi suerte no está

en ninguno de esos nimbos que regresan al mar

movidos apenas por el viento de la literatura.

“Profetizar me asquea”, podría decir

y, sin embargo, allá va mi vida,

sobrepasada por pájaros que llevan

todo el tiempo del mundo entre sus alas.

 

Una mujer escrita en la arena,

soñada por torvos marineros desaparecidos.

La longitud de su pelo alcanza

los oscuros ojos de los peces yacentes.

El musgo de su sombra cubre

las roídas murallas de los astilleros.

“La felicidad es una sombra”, dice

mientras la tormenta imaginaria inunda

los quebrados ventanales del puerto.

 

 

De: “Puerto Trakl”

 

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