martes, 8 de febrero de 2022

FRANCES HARPER

 

  

La subasta de esclavos

 

 

Comenzó la venta: allí estaban las jóvenes,

   Indefensas en su miseria,

Cuyos sollozos ahogados de profunda desesperación

   Revelaban su angustia y angustia.

Y las madres se pararon, con ojos llorosos,

   Y vieron vendidos a sus hijos más queridos;

Ignorados se alzaron sus amargos gritos,

   mientras los tiranos los cambiaban por oro.

Y la mujer, con su amor y su verdad,

   Porque estos en formas negras pueden

morar, Contempló al esposo de su juventud,

   Con angustia, nadie puede pintar o contar.

Y hombres, cuyo único crimen era su color,

   la huella de la mano de su Hacedor,

y niños frágiles y encogidos también,

   estaban reunidos en esa banda lúgubre.

Vosotros que habéis sepultado a vuestro amado,

   Y llorado sobre su arcilla sin vida,

No conozcáis la angustia de ese pecho,

   Cuyos amados son brutalmente arrancados.

Puede que no sepáis cuán desolados

   son los pechos forzados groseramente a separarse,

y cómo un peso sordo y pesado

   oprimirá las gotas de vida del corazón.

 

 

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