Querer la luna
La
luna no. Una flor
del otro lado del agua.
El
agua pasa rauda en la crecida,
y arrastra por la melena un árbol,
un
establo, un puente. La flor
canta en la orilla lejana.
Una
flor no, un pájaro que grita
escondido entre los árboles más negros, música
sobre
el agua, que saca un silencio
de los pliegues marrones del manto del río.
La
luna. No, un joven que camina
bajo los árboles. Hay fulgores
entre
las hojas.
Tierno, sabio, alegre,
con
el rostro despierto por su propia luz,
lo veo a través del agua como en un primer plano.
Un
bufón. La música de sus cascabeles suena
solemne, un canto de aflicción
con
el que bailo en mi orilla.
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