Fragmento (5): Otra carta a Diego Rivera
Diego:
Nada comparable a tus manos, ni nada igual al oro-verde de tus ojos. Mi cuerpo
se llena de ti por días y días. Eres el espejo de la noche. La luz violeta del
relámpago. La humedad de la Tierra. El hueco de tus axilas es mi refugio. Toda
mi alegría es sentir brotar la vida de tu fuente-flor que la mía guarda para
llenar todos los caminos de mis nervios que son los tuyos, tus ojos, espadas
verdes dentro de mi carne, ondas entre nuestras manos. Solo tú en el espacio
lleno de sonidos. En la sombra y en la luz; tú te llamarás auxocromo, el que
capta el color. Yo cromóforo, la que da el color. Tú eres todas las
combinaciones de números. La vida. Mi deseo es entender la línea, la forma, el
movimiento. Tú llenas y yo recibo. Tu palabra recorre todo el espacio y llega a
mis células que son mis astros y va a las tuyas que son mi luz.
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