sábado, 14 de mayo de 2022

JULIA UCEDA

   

 

Extraña



Siempre fui una extraña. A veces me creía de la mano de todos,

entre luces y sombras,

mi voz entre las voces. Una amistad de corazón de pájaro

empapaba mis manos.

Y de pronto las cosas me volvieron la espalda,

dejándome en el centro de una luz

tan pálida, tan fría... Como de huesos. Como de peces recién muertos. Temblaba allí. Miraba

el detrás de las cosas,

las nucas, las espaldas,

los talones extraños,

el confuso revés de las sonrisas,

el secreto más triste y polvoriento

que nadie se confiesa.

No podía

salir de aquella luz en la que nada

parecía —ni era— como antes.

¿Por qué yo?

Se me helaban

los labios de tristeza.

¡Si existiera

sin mirarme existir...! Tal vez para tan poco... Cuando de nuevo la luz se hacía

y mi cuerpo giraba de la mano de todos,

entre luces y sombras,

mi voz entre las voces,

un lejano recuerdo me oprimía.

Sigo siendo una extraña.

 

De: “Mariposa en cenizas”

 

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